Son muchas las fases del proceso alimentario en las que se requiere un tratamiento térmico: esterilización, congelación, conservación, refrigeración, etc. Dicha transferencia de temperatura entre dos fluidos se realiza generalmente mediante intercambiadores de calor.
La clave es garantizar el tratamiento térmico más eficaz y seguro posible, de modo que se logre un resultado final de alta calidad, uniforme y con el color, sabor y textura deseados.